Actualmente está formado por trece personas, doce mujeres y un hombre, que día a día ofrecen amparo y abrigo a 48 familias para tratar de paliar en lo posible la indefensión y el sufrimiento, con dosis de solidaridad.
La actividad diaria, altruista y solidaria de este grupo consiste en ayudar a familias o personas desfavorecidas, golpeadas por el infortunio, y que por “diversas circunstancias que no entienden de nacionalidades” se encuentran en una situación complicada, ha declarado una de las voluntarias, Toñi Bordagarai, a AIARA IRRATIA-RADIO AYALA. De hecho, actualmente, los trece voluntarios y voluntarias, tienden una mano a 48 familias, de las que 20 son de la zona, 16 procedentes del Sahara, 6 marroquíes y 5 de Latinoamérica. El resto proceden de Portugal, Senegal y Rumanía.
Los orígenes de Laguntza
El origen de Laguntza hace referencia a un grupo de personas en contacto con un sacerdote, Gotzon, que debido a su labor pastoral en Ecuador está en relación con la inmigración.
Los inicios son entorno a unos pocos sudamericanos, solo hombres, sin sus familias y que comparten piso. Un poco más tarde se amplía el abanico y es a través de dos mujeres saharauis como se llega a cuarenta mujeres, con sus respectivos niños y niñas.
En 2004 un pequeño cuarto de La Catequesis se convirtió en su base logística. Base que debido al movimiento, resulta pequeña, por lo que en 2005, con la colaboración del párroco de San José, pasan a utilizar también el bajo de la iglesia de este barrio amurrioarra.
En 2006, después de un periplo de dos años, es cuando toma carácter ya con estatutos y con nombre.
En la actualidad trabajan en una lonja cedida por el ayuntamiento, en las proximidades del Amurrio Antzokia.
El objetivo de LAGUNTZA no es ayudar a personas “de fuera” sino a cualquier persona desfavorecida: viudas, viudos, parados, personas afectadas por el mal trato, drogodependientes, etc...
Trabaja con voluntarias en dos campos: por un lado un Banco de alimentos que se surte en Gasteiz con envíos periódicos y con los excedentes de alimentos de la Comunidad Económica Europea (C.E:E.) cuatro veces al año; por otro lado trabaja con ropa que les donan.
Laguntza, cuyas voluntarias forman un grupo compacto con una excelente relación entre ellas y con diferentes sensibilidades, es una organización férrea, pues su trabajo gira en torno a dos necesidades básicas, alimento y vestido. Ambos limitados, ya que nunca hay suficiente para cubrir toda la necesidad. Es decir, tienen que repartir lo que les llega de forma equitativa y bajo unos criterios, a quien pueda acceder a la ayuda: empadronados, fotocopia DNI, cartilla de paro, perceptor de renta básica, ayuda emergencia, etc... Hay pues, una labor organizativa muy seria y cuyos destinatarios no son números, son personas.
El otro campo de acción es la ropa que llega a través de donaciones de vecinos sensibles a esta problemática y conocedores del servicio altruista del colectivo. Toda la ropa es lavada, planchada y aquella que lo necesita es llevada a casa por las voluntarias que ejerciendo de costureras disponen los arreglos oportunos. Así, la ropa tendrá una segunda vida. Eso si, la ropa que no reúne condiciones es enviada al garbigune para su reciclaje, y sirve como trapos para uso en talleres.
Recibe del Ayuntamiento como asociación sin ánimo de lucro una subvención que destina fundamentalmente a la compra de lavadora, secadora, plancha, jabón, etc... Labores que al principio realizaban con aparatos viejos y de su propiedad.
Por todas estas razones, que no son pocas, la Izquierda Abertzale de Amurrio propuso que fuera este grupo quien recoja este año el Guk de Oro 2010. Leer más...
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